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martes, 22 de octubre de 2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
HIJOS DE UN DIOS MAYOR
Al otro lado de pórtico,
abajo, muy abajo, los campos habían sido reducidos a ceniza. Las
pequeñas figuras humanas se retorcían en el suelo, abrasadas por la
lluvia de fuego divino que acababa de caer sobre ellos. Uno de los
Dioses Menores lloraba ante el panorama desolador.
-¿Cuánto va a durar
esto?- susurró.
-Tanto como me plazca- la
imponente voz de trueno de su padre lo sobresaltó-. Les recuerdo que
no deben dejar de adorarme.
-Pero Padre -Tat-Hogsta
imploraba piedad con la mirada-, son seres inocentes.
-Son seres que Yo he
creado- Jahuva parecía enfurecerse por momentos- ¡Hago con ellos
cuanto me viene en gana! Hoy me apetecía verlos arder y así lo he
hecho.
Tat-Hogsta no pudo seguir
aplacando su propia ira por más tiempo. Su sangre se hacía cada vez
más visible a través de la piel grisácea. Una sangre de un
llamativo color azul.
-¡Eres un vil tirano!- su
voz alertó a sus catorce hermanos, que aparecieron en el gran salón
oscuro.
-Tú ¿te atreves a
desafiarme? -los ojos del Padre Supremo llameaban- ¿Osas alzar la
voz a Jahuva?
-Así es.
Tat-Hogsta miró a sus
hermanos y estos parecieron dudar.
-Así que eso es lo que
pretendes: una rebelión.
-No, Padre -Tat-Hogsta
estaba lejos de serenarse, sus ojos estaban enrojecidos de pura
rabia-. Esto no es una rebelión. Esto es justicia.
Tan veloz como un relámpago
se abalanzó sobre Jahuva, que le golpeó con el puño, lanzándolo
hacia atrás con un destello azul y plateado.
Tat-Hogsta permanecía
sobre la losa negra. Vencido. Casi todos sus hermanos corrieron a
protegerlo de la ira de su padre. Casi todos. Dos permanecieron junto
al Dios Supremo: Kruz, el cual disfrutaba con los actos de crueldad
de su padre; y Laudo, que vivía como un dócil y manso sirviente de
Jahuva.
El Dios Supremo se
enfureció al ver que trece de sus hijos se rebelaban. Su rugido
alcanzó una potencia inaudita. Las ondas invisibles barrieron a los
rebeldes, que atravesaron el pórtico cayendo al vacío.
Tat-Hogsta sonreía
mientras caían hacia el océano. Impactaron estrepitosamente contra
el agua. Pero lejos de lamentarse, Tat-Hogsta se carcajeaba, flotando
boca arriba.
-¿De qué te ríes
hermano? -preguntó Viyna.
-Mira -Tat-Hogsta abrió la
mano.
-Pero qué... -los ojos del fornido hermano de Tat-Hogsta brillaron al contemplar la pequeña
piedra que sostenía el Dios Menor en la mano, todavía tumbado sobre
el agua.
Sabía que no podía vencer
a su padre en un combate. Era muy inteligente. Pero fue su mejor
ocasión para arrebatarle la oportunidad de crear a más seres
condenados al sufrimiento.
-Es la creación.
El resto de sus hermanos se
pusieron en pie sobre el agua, sin saber bien qué decir. Tat-Hogsta
se levantó también y, después de besarla con orgullo, lanzó la
piedra tan lejos como pudo.
Durante unos segundos creyó
que no lo había hecho bien. Pero la duda se disipó cuando de lo más
profundo del océano emergió un tronco de gigantescas proporciones.
A su alrededor, ramas retorcidas crecían pegadas a su envergadura,
entrelazándose por la parte más alta. Este milagro estaba
desembocando en una enorme superficie situada en la copa de aquel
tronco sin hojas. De los bordes caía una interminable masa de agua,
que encabritaba el océano en varias leguas alrededor.
En pocos minutos, un nuevo
mundo había nacido del mar. Un mundo creado por Tat-Hogsta, ayudado
por sus hermanos, a los que se dirigió.
-Vamos, Kalpana nos espera.
domingo, 13 de octubre de 2013
Bueno, pues aquí tenéis el blog de Ananta. Espero que tod@s l@s seguidores/as de la saga contribuyáis a este mundo con vuestras impresiones acerca de las novelas, fotos relacionadas con la obra o incluso vuestro propio arte en Ananta.
Os espera un mundo nuevo en el que las aventuras os atraerán y sorprenderán.
Bienvenid@s a Ananta!!!
Rafael Azgra
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